viernes, 14 de diciembre de 2007

JEAN ROJAS, ESTOY SEGURO TE HABRIA GUSTADO SER SU AMIGO

Hace 34 años, el 10 de octubre de 1973, en la ciudad de La Calera, asesinaron a mi amigo Jean Rojas Arce (para muchos de nosotros siempre será Simón), cuando recién tenía 23 años de vida. Lo detuvieron en la población Corvi de Quillota, cuando se encontraba en la casa de su compañera, Leslie Olivares. De ahí lo llevaron a la Comisaría de La Calera. En ese lugar, Leslie lo pudo ver y pudo constatar como había sido maltratado. Simón trabajaba en la fábrica Cemento Melón y era el Secretario Político del Regional Interior de la Provincia de Valparaíso del MIR.

Simón fue mi amigo entrañable, fue mi compañero de partido, pero también fue una especie de hermano mayor, con quien compartí tareas políticas, amistad y mucha literatura. Teníamos la costumbre de tomar malta con huevo y comernos un quequito que siempre se nos pegaba en el paladar.

A mi generación, la vida nos obligó a convivir con la muerte y el dolor. Todas las muertes duelen, nos duelen a quienes sobrevivimos, pero la muerte de mi amigo Simón es una de las muertes que más me duele. Los años me pusieron sentimental y llorón. Hoy, cuando vuelvo a recordar a mi amigo, otra vez se me humedecen los ojos, pero no me importa, dejo que mis mejillas se mojen en silencio como homenaje a mi compañero.

Cuando voy a Quillota, suelo ir con un clavel en la mano a su tumba, a conversar con él, a escuchar su silencio, a recordar su voz áspera y sus palabras llenas de ternura y de esperanza. A veces, sólo a veces, recupero pedazos inconclusos de nuestras historias: caminatas por las calles en un día de mucho frío, otra vez durmiendo en el suelo y tapándonos con el colchón, a veces en la micro rumbo a Valparaíso a una reunión en el Sindicato de la Construcción, marchando por las calles de Santiago después del acto del Caupolicán en donde Miguel decía: el pueblo debe prepararse para resistir, el pueblo debe prepararse para vencer. Sólo retazos, apenas cosas sueltas. Pero siempre ahí, presente en mi silencio, presente en mis recuerdos.

Quise compartir contigo esta nostalgia, porque probablemente tú no conociste a mi amigo Simón, pero te hubiese gustado conocerlo y te hubiese dolido su muerte como me ha dolido a mí.

Jorge Romero

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1 comentario:

Anónimo dijo...

You write very well.